Una tarde, antes de que se fuera a jugar a la pelota con los muchachos y mucho antes de ganar el Oscar charlé en El Plomero del Titanic con mi buen amigo Eduardo Sacheri. Un escritor con quien tenemos muchos puntos de contacto a los que hemos sabido sacarle lustre en algunas charlas de café y que me alentó para publicar un texto que me ayudó a ventilar algunos fantasmas. Aquí hay un audio...
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