
En la presentación de uno de mis libros, Alejandro Apo tuvo la gentileza de embellecer los sonetos de Un caño a la eternidad, un hálito de poema en el que evoco el instante fundacional desde la piel de la víctima, el hombre burlado. La escena sucedió el 20 de octubre de 1976 y el marcador que entró a la historia se llama Juan Domingo Patricio Cabrera. Un Diego de la guitarra, Luis Salinas, completa este pequeño homenaje por los 50 de Maradona.
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