viernes, 24 de septiembre de 2010

SENTIMIENTO A GARRAFA


La muerte cerebral de Garrafa Sánchez como una paloma herida, atravesó dejando un rastro de dolor en una tarde donde el sol se acurrucó en la orilla de los malos presentimientos. Estaba trabajando en Mar del Plata y un sabor acre se anticipó a la noticia. Desde allí esa peca me quedó grabada y lejos de querer borrarla, le di mi paternidad en un libro, en algunas emisiones de El Plomero del Titanic y también, la evoqué con esta condensación de sensaciones en el programa de Franco Bagnato en Radio Continental en las postrimerías de aquel mediodía en que no fuí Garrafa para gambetear a la melancolía.

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