Carta al relator del pueblo
Mi muy estimado.No se necesita ser un intrépido para blandir la espada de la justicia en lo que a romper un contrato leonino se refiere. Es más, los hombres de a pie siempre vemos con simpatía esas rebeliones.Ni siquiera nos ocupamos en concitar suposiciones maliciosas de las que nunca faltan y que tienen pronta a la lupa de la demagogia para posarla sobre cualquier acontecimiento popular.Le diría que celebro que todos tengamos derecho a ver el fútbol y no es tema de esta misiva, en absoluto, avanzar sobre ese tópico. No tengo ningún interés de meterme en estos párrafos con la generación de los recursos ni con la validación de la traición que ejerció El Jefe con sus anteriores socios en un esmerado ejercicio de escorpión; tampoco enfatizar que una mafia con papeles no tiene villanos unilaterales. En todo caso, tome estas humildes líneas como un exordio de un próximo correo si es que este debate llegara a entusiasmarnos.Yo, que quiere que le diga, aún a riesgo de que se me diga utópico y anacrónico -que a esta altura de la soiree a veces parecen sinónimos- aspiraría a una postura aún más democrática y dirigida. Jugaría como fue siempre cuando fuimos felices los diez partidos a la misma hora, uno por canal, tomando diez señales...¿O no es un rasgo sectario y clasista repartir los horarios de la programación y condenar a los hinchas de algunos clubes y esos equipos a ocupar franjas de programación marginales o bajas, competir en horarios que en la media podríamos determinar como los de la jornada laboral o las mediciones más exiguas? Reconozco que tal vez no tenga visión para el negocio pero para mí sería una manera de volver al domingo como institución cuando la radio nos permitía maquillar los bodrios y creer que algunos cracks eran el mito que supimos concebir. Ya sé, no me lo recuerde, a veces, pienso en sepia. Pero tal vez porque añoro aquellos tiempos en que la máquina de imaginar me evitaba ciertas cuestiones es que cuando veo el fútbol por la tele, con todo cocinado y recalentado, con la papilla digerida, puedo ponerme exquisito y desmenuzar las consideraciones de los relatores y comentaristas que, en definitiva, son lazarillos de un camino que vemos perfecto y está muy bien señalizado.Los pobres hacen lo que pueden, ya quisiera verme yo en ese brete. Sería calamitoso. Pero además de tener que hacer malabares con lo que uno ya ve hasta el hartazgo, con distintos planos, tomas, en la emisión en directo, y repeticiones como resúmenes, deben vender lo que viene. Hacer un poco de bombo. Promocionar lo que sucederá.Este último aspecto es el que me lleva a escribirle con el tono más cordial que me es posible. Escucho, oigo, percibo, que aún antes de nombrar a los equipos antagonistas que van a enfrentarse en el partido que a usted le toca en suerte o decidió relatar, lo anuncian. Y no lo anuncian con esa jerga proletaria que se instituyó para graficar algunas precisiones o apreciaciones. Nada que ver. Se lo nombra con grandilocuencia, de una forma que si es una orden parece un tanto ridícula porque pone a sus compañeros en un lugar entre el lacayo y el alcahuete que no es digna de profesionales tan respetables. Se advierte al público que usted narrará tal encuentro de manera pomposa y categórica.Nunca tuve mucha adicción por su estilo y su ideología si es que podemos considerar al fútbol como un espacio generador de ideas trascendentes, cosa que yo, humildemente, considero y que, también, acaso, merezcan otra esquela. Salvo en sus primeras épocas, las del antiguo Canal 7 -se lo anticipé, soy un señor mayor- no he puesto énfasis en levantar el volumen del aparato cuando su ínclita garganta es la que acompaña las imágenes y tampoco voy a utilizar esta carta para mencionar que el relato es un músculo y que la inactividad provoca daños irreparables porque es algo de lo que no estoy seguro y, porque sobre todo, me parece una chicana un tanto infame.Lo que sí quiero decirle, mejor dicho preguntarle, es, a qué pueblo se refieren cuando dicen que usted es el relator del pueblo.Que yo recuerde la suya fue la voz emblema de las transmisiones malditas y aranceladas de entonces pero como todos evolucionamos, supongo, que se referirán a este pueblo, ¿o harán alusión al otro? ¿Se acuerda maestro cuando usted en las transmisiones mechaba cualquier jugada con peligro y suspenso con exclamaciones tales como "¡Carlitos! ¿Estás tomando un champancito y viendo el partido en Olivos?!"No soy yo el que formula la requisitoria, en realidad. Perdoneme la impertinencia. Es mi memoria la que a veces funciona a relámpagos y se despereza cuando la reiteración infinita de adjetivos mendaces y patéticos -en ese contexto- empequeñecen el interés del espectáculo que está por sucederse.Sin otro particular, ofrezco un viejo catalejo que debe andar en algún lugar de la buhardilla y le dejo un paquetito de caramelos de miel en la puerta de la cabina. Reciba con mi más sentido respeto mi ósculo sentimental.
ROBERTO E'PÍSTOLA Una tarde cualquiera, con los sacos por el piso.
(esta es una esquela que el 7 de diciembre de 2009, en EL COMPRADOR DE BUZONES -un blog que tomó destino de botella al mar-, nuestro querido Roberto tuvo la idea de remitir: alguien dijo que motivados por esta carta al final de aquel campeonato le pidieron a los periodistas de FPT que no lo llamaran más así pero E´Pístola no tiene esa jactancia ni ese era su cometido. En comentarios le dejo mi opinión a este amigo ya que he extraviado la dirección de su estafeta)