sábado, 28 de agosto de 2010

CARTA A DON ANGEL CAPPA

(el 1º de enero de 2010 ante las ventanillas de correo cerradas por feriado, El Comprador de Buzones se encargó de dejarle a Cappa esta esquela en su estafeta... La recupero ahora que Roberto E'Pistola anda con la tinta un poco seca y que el entrenador sigue siendo Bigote de Tapa)

Mi muy estimado, Angel.Quería contarle que, entre tantos brindis farragosos de fin de año, me acordé de usted. Lo hice naturalmente, sin esfuerzo, pero una vez que me pasó, y que la remembranza afloró sin ningún obstáculo me dije como militante activo de movimientos que cultivan la memoria que la amnesia es una actividad excecrable que me genera sospechas. Yo rememoro perfectamente cada uno de los instantes de dicha que Huracán plasmó alistándose en paralelo con el caudaloso torrente que viaja por las cuencas de la historia del fútbol argentino. Me acuerdo de lo bello y, también frecuenta mi evocación alguna manifestación colateral que nada opacó y que me pareció por demás llorona. Hablo y disculpeme si en este ditirambo lo atraganto con pan dulce, de la falta clara de Larrivey a Monzón. Puede ser tomado como un magnífico atenuante para las vitrinas pero siempre creí que se hizo demasiado hincapié en ese hecho cuando fue un partido cargado de anormalidades y que tanto la victoria como la derrota eran alternativas del juego incapaces de solventar o restar algún mérito.Lo recuerdo tanto, y respeto tanto su ideología futbolera, que también recuerdo los equipos que aún no dirigió y los aplausos emocionados que me motivaron los clubes que algún día lo tendrán sentado en su banco de suplentes. Recuerdo, a propósito de todos los hitos que ha sembrado tempranamente en mi memoria, el párrafo de un libro que jamás leí pero que puedo recordar perfectamente.Aquel donde Dolina aún previendo la derrota de Los Hombres Sensibles de Flores en su cruzada contra el olvido, propone. Recordemos, recordemos todo el tiempo. No olvidemos nada. Ni el color de nuestras corbatas perdidas, ni el olor a tiza y a sudor del colegio, ni el calor del asfalto sobre los pies descalzos, ni el gusto a jazmín de los besos en la noche, ni el aroma de la untura blanca.Si nos espera el olvido tratemos de no merecerlo. Y pensemos que después de todo, aunque la victoria final sea de los Amigos del Olvido, será un triunfo sin festejo. Nadie lo recordará jamás.
Salud, Angel, la viña está llena de campeones de los que sólo se puede condecorar un número como un dato de arqueo que no nos remite a ninguna emoción ni nos dice nada.Y que también existen bigotes como el suyo que están a salvo de la navaja del tiempo al igual que los nombres de aquellos muchachos a los que la memoria espera cada tarde en un campito de césped bien cortado para que toquen y toquen y enaltezcan su juego. Le dejo mi ósculo sentimental y contra el cordón de la esquina lo invito a tirar una pared infinita.

ROBERTO E'PISTOLA Desde un potrero perdido en mi baldío imaginario.

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