domingo, 29 de agosto de 2010

ESE VESTIDO TIENE...

Ese vestido tiene las proporciones exactas de sofisticación y buen gusto,
una bendición de figurín que priva de galones al soterrado creador del molde
y una tela fina y sugerente con intenciones manifiestas, aunque nunca expresadas,
de ser cómplice de la brisa augusta y provocativa de los primeros anocheceres de la primavera.

Ese vestido tiene la embriagante condición de haber conmovido en sus tiempos de prenda de escaparate
al rígido galán de la vidriera que a juzgar por la promoción de calzoncillos
que oferta y luce sobre su pálida anatomía de cartón piedra
no logró fingir las manifestaciones de virilidad que su organismo, hombre al fin, no pudo reprimir.

Ese vestido combina con todo, dice mi tía muy suelta de cuerpo en el centro del salón
y es un llamador certero para las miradas envidiosas de vuestras damas
y la libido un poco desmesurada de los señores que se fajan el abdomen y visten de etiqueta;
por uno así Jackeline Kennedy hubiese entregado buena parte de su herencia, se oye a lo lejos a una veterana.

Este vestido tiene la firma popular y afamada del modisto que a las millonarias recluta en su atelier,
y la irresistible virtud de ser provocador hasta la exasperación sin renunciar a su sobriedad,
pero por sobre todo, y antes que nada, ese vestido tiene una gloria imprescriptible en su destino:
navegar como una barcaza soñadora y etérea por las concomitancias impúdicas de tu desnudez.

(escrito en alguna servilleta perdida hace ya algún buen tiempo)

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