domingo, 22 de agosto de 2010

VANITORY


Me incrusto en mi melancolía
como un irupé que no se acerca a las orillas,
tiznado por la borra de sus ojos
me ampollo los talones andando de rodillas.

Me harto de mi inválida retórica
como un clavo alérgico al cabo del martillo,
sumergido en lo hondo de sus pocos besos
me piso el ruedo y eso que sólo llevo un viejo calzoncillo.

Me saturo de mis armas bacteriológicas
como un hombre de puntería que extravió el blanco,
dolorido en la palma de tus promesas
me reboto el cheque que libré en una sucursal de mi propio banco.

Me someto a mi canción desgarrada
como un toro al que le piden que haga una vaquita,
perforado por el brillo de tu ausencia
me lleno de espinas cuando pruebo deshojar la margarita.

Me entrego al apetito de mis lágrimas diurnas
como un mozo sin destapador y mala dentadura,
saqueado por tu ateísmo de caricias
me meto al botiquín y me corto con la raja de la cerradura.

Con crema de afeitar y un trazo dubitativo
la dibujo en el espejo aterido de verme cara a cara,
la balada de las hojas desafinadas le canta rala
la pecaminosa arquitectura de sus costillas.

El vanitory me hace una cosquilla bajo el cinturón
el botón campanea y se agota el tiempo para los golpes bajos
el vencido frasco de Pancután tiene celos del infierno
mi imaginación llega donde no llega la escalera de los bomberos.

Me blanqueo la nariz al buscarle su clítoris rapaz
y la cintura tenebrosa me desvela con su perfume,
el baño se llena de su omnipresente melena desertora
y oculto tras el vapor me convierto por fin, sin huellas y casi sin contornos, en su más fiel amante.

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