martes, 10 de agosto de 2010

LA VENDA SÍ, SE MANCHA


(En estos días, en la víspera del Día del Niño, algunos amigos que conocen mi postura en temas de “profunda significación política” me pidieron que dijera algo sobre La Momia. Me reversiono: en el programa En Línea, de Franco Bagnato, por Radio Continental, hice entre otras cosas una columna llamada El defensor de causas perdidas. Esta es la del sábado 3 de octubre de 2009 donde hablé de La Momia de Titanes en el Ring)

Para los que aún andamos con la credulidad puesta, hay golpes de los que no podemos reponernos.
Son aquellos que nos lesionan el alma.
En esta dirección, tomo la inspirada frase de Maradona, la vacío de contenido y la modifico sin darle un sentido esférico para titular lo que siento.
Apareció estos días en la televisión con desmesurado afán mediático y sin tino, un personaje llamado Oscar Demelli.
El susodicho ultraja nuestra memoria infantil poniéndose un traje parecido al de La Momia de Titanes en el Ring pero vulnera el espíritu del personaje.
Se da a conocer, habla, suele llevar el atavío con mocasines, come sandwich en cámara, baila con Zulma Lobato, y no necesita percudir la ropa a la altura de la boca con lechuga para manchar ese glorioso atuendo. Un horror.
Decir que Oscar Demelli fue La Momia es como decir que yo, porque una noche dormí con una camiseta número diez de la Selección, soy Diego Maradona.
El irrumpe, generalmente, colgado de litigios legales contra la familia de Martín Karadagián y esto tampoco le hace honor a nuestro espíritu joven.
No me meto en terruños de abogados ni tiene esta retórica términos legales, sólo le critico severamente que por razones que deberían mantenerse dentro del ámbito privado -porque pertenecen a acuerdos íntimos-, se mancille a personajes de los cuales también está constituida nuestra identidad.

No lo voy a enfatizar yo, para que no queden dudas, voy a exponer la voz de un maestro.
Durante bastante tiempo pude tributarle a Rodolfo Di Sarli, paradigma de Titanes en el Ring, y para mí una de sus figuras colosales, mi admiración y respeto.
Solía visitarlo cada tanto en su casa de Gonnet y una tarde, mientras tomábamos el té, tuve la precaución de grabarlo cuando la mención a Demelli surgió porque se daba una circunstancia análoga a la actual.
-Ese señor Demelli nunca fue La Momia. Habrá sido La Momia en sueños. Debe haber tomado el traje de prestado porque nunca fue La Momia. ¡Pero por favor! Demelli jamás fue luchador. (esta es una síntesis de lo que me dijo entonces el ínclito relator y que en la radio reproduje como prueba irrefutable)
Difícil que Demelli pueda adjudicarse, inclusive, la invención intelectual de La Momia. Cuando él ingresó a la troupe como cadete habían pasado varios años desde la primera aparición del personaje.
La Momia comenzó en Titanes en el Ring en 1965 después que Capanga -el entrañable Capanga-le recordara a Martín un personaje que luchaba en Latinoamerica con ese nombre pero con una idea diferente: corría, caía, no se manejaba con la rigidez y los puntos lumbares vulnerables que le conociéramos en Titanes.
Costó que se convirtiera en un personaje fuerte pero, sobre todo, a partir del segundo luchador que la hiciera, quien le agregó la sensación de una pierna entumecida, la respiración marcada con la boca agitando la venda que cubría los labios, el punto débil en la espalda; fue un boom a tal punto que su identidad se convirtió en cuestión de Estado.
Arturo Illia preguntó con candidez si la corporizaba un hombre o se trataba de un muñeco manejado misteriosamente y Alejandro Agustín Lanusse, por teléfono, tras ocuparse del significado del hombre de la barra de hielo, a quien le atribuía un mensaje político, interrogó a Karadagián sobre la identidad de La Momia, sin éxito. En 1972, la obsesión era tal que la revista Gente durante varias semanas sacó a la calle dos equipos encabezados por el genial escritor cuyano Rodolfo Braceli para develar la incógnita.
Cronistas hacían posta en Canal 13, el Luna Park y el salón de entrenamiento para ver si podían averiguar de modo fehaciente que atleta llenaba esa malla cosida a mano con vendas anchas virada al gris conforme pasaban los combates. Era tan cara la consigna que llegaron a pintarle marcas en sus dedos a las personas de las que sospechaban para intentar descubrirlos al aparecer tapados pues las falanges del rival de Martín siempre se mantenían al aire libre.
Ninguno, nadie, jamás, vio a Demelli bajo esa ropa en un ámbito de lucha, un programa o un festival importante, lo que debe agradecer porque tal vez sea una de las razones que aún le permitan andar respirando ante nosotros con ímpetu querellante. Como aquellos actores que interpretaron a Drácula, dos de los primeros catcher que dieron vida a La Momia, fenecieron en tremendos accidentes de tránsito. y un tercero, que hizo un par de veces el personaje por cuestiones de emergencia, siguió el mismo sino trágico del milenario antagonista del armenio.
Sólo ha sobrevivido el último luchador que dispusiera su anatomía al servicio del paladín.
Más allá de patentes y registros más o menos dudosos -en este tiempo Demelli aprovechó una distracción burocrática para usufructuar la marca a su favor-, de presentaciones en estrados, le digo al señor Demelli, Oscar, Oscarcito, a quién conozco bien y siempre me trató con simpatía, tanto que me tiene como contacto en el Facebook y me charla animadamente, que se deje de profanar nuestra memoria...
Los auténticos, únicos e incuestionables dueños de La Momia de Titanes en el Ring somos aquellos que seguimos sintiendo un escalofrío cada vez que escuchamos este tema.
(canción, leimotiv de La Momia, creada para el personaje en la temporada 1972... aquella música espectral y chirriante que dice aquello de "La Momia. Luchador sordomudo, es más fuerte que el acero(...) La Momia, protege a los buenos, castiga a los malos, La Momia es justiciera..." En la columna omití mencionar a los verdaderos intérpretes del personaje adrede. Lo completo con un informe de los amigos de Culto Zeta en la que uno de los luchadores que la representó muestra la cara, es algo que no me agrada: hubiese preferido el anonimato pero es otra de las macanas que precipitó Demelli. Ya nada será igual)

1 comentario:

  1. Decir que Oscar Demelli fue La Momia es como decir que yo, porque una noche dormí con una camiseta número diez de la Selección, soy Diego Maradona.
    Genial.
    Muy bonito tu blog...

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