viernes, 9 de julio de 2010

EL VERDADERO CAMPEÓN


La sensación general de que la calidad del Mundial fue baja no queda desmentida. No se privilegió la osadía ni se hizo un canto al juego generoso, altruista, ofensivo. De todos modos, es una muy buena noticia que a la final hayan llegado España y Holanda. Consagra dos modelos con una raiz similar, buen gusto, espíritus desdeñosos de la especulación y un proyecto. Una idea, un desarrollo, un trabajo a largo plazo y la tolerancia que se hace imprescindible. No llegó un representativo zorro, cascoteado, apuñado por vergüenza, carga emocional, despreocupado por el método, más parecido a un polizonte que ve zarpar el último barco de su vida y debe treparse como sea que a un once que trasciende por la consagración de sus virtudes... como ha pasado en otras Copas del Mundo con formaciones que han llegado lejos poniendo en el cóctel a La Armada Brancaleone mezclada con la Cohorte de los Milagros.
Pase lo que pase el domingo, el Pulpo Paul no podrá someter a comicio al verdadero baularte y ganador de este Mundial. Sea cual fuere el país que alce la copa, el campeón del mundo se llama Johan Cruyff. El magnífico delantero holandés fue el símbolo, el talento y el líder intelectual de La Naranja Mecánica, selección fundamental de cuyos gajos se desprenden los logros posteriores del fútbol de Los Países Bajos: dependiendo de la calidad de los intérpretes de turno y matices de estilo, Holanda jamás se bajó de una manera de pensar que hoy lo pone en la cima y hace honor con aquellos subcampeonatos ninguneados por los necios y valorados por las almas con resquicios de sensibilidad.
Pero si gana España, también será Cruyff el destinatario central del homenaje. Esta expresión admirada que se olvidó de La Furia tumultuosa, de épica vana e ineficaz en la Eurocopa campeona es una construcción de Johan. Un refinamiento, una estación terminal, de la idea que gestó cuando era entrenador del Barcelona con una política táctica que, de a poco, se convirtió en política de Estado hasta para los madrilistas. No es posible esta grandeza y opulencia futbolera española sin mensurar el paradigmático Barcelona de hoy y el de ayer nomás, con Cruyff en el banquillo, como promotor de un cambio de mentalidad y una capitalización de recursos más bellos, loables y efectivos que aquellos arrestos voluntaristas de los antepasados aún tibios.
En diversos opus, propios, o en participaciones como en el de Angel Cappa Hagan Juego, el mítico crack expresó su filosofía:
* Si ves el fútbol hoy en día, casi todos juegan como los ingleses: pelotazo al delantero tanque, que la para de pecho, y segunda jugada. ¿Qué quiere decir eso? Que ya no sabemos pasar el balón, que no hay juego de equipo. No hay fútbol más directo que el juego a un toque.
* Jugar bien consiste en ejecutar correctamente todos los movimientos.
* Hay que recuperar el espíritu primigenio del fútbol.
* Es importante tener entrenadores que contagien la alegría y el amor al arte, no los aspectos menos agradecidos y sacrificados del juego, sino su lado más luminoso y estimulante.
* No basta con tener el balón, hay que saber qué hacer con él.
* La creatividad no está reñida con la disciplina.

Cuando redondeaba esta idea y me aprestaba a impulsarla subiéndola como post, en la madruga del feriado, ingresé a la web de La Nación y descubrí que Juan Pablo Varsky andaba por las mismas coordenadas por lo que lejos de explayarme prefiero compartir su columna como abono a esta teoría y esta convicción de que ya tenemos un campeón del mundo.
"Tú no sabes ni una puta mierda", me dijo el hombre de suéter celeste. Al estar de espalda, no pude verle la cara. Sus compañeros de mesa le festejaron la ocurrencia a carcajadas. En un café del Mandela Center en Sandton, había visto a Hristo Stoichkov y quería expresarle mi eterno agradecimiento por aquellos años de Barcelona. Al escuchar esas palabras, el zurdo búlgaro me miró con cara de "este tío es así, tómalo o déjalo".
¡Qué equipo ese del Barça! Lo llamaban el Dream Team, como a la selección estadounidense de básquetol campeona olímpica en 1992. Ganó cuatro ligas consecutivas y la Copa de Europa en el ´92. Además de su notable éxito, dejó una huella por su estilo, su relación con la pelota, el aprovechamiento integral de la cancha gracias a los extremos y el sometimiento a los rivales con el toque y el engaño. Tácticamente, jugaba con un 3-4-3. Entre otros, recordemos a Ronald Koeman, Michael Laudrup y sus pases mirando al otro lado, Bakero, Beguiristain y, de pie señores, a Romario, quien marcó 30 goles en su única temporada (93-94).
También se nutrió de la cantera. Desde La Masía, fueron apareciendo Amor, Ferrer, De la Peña, Celades y un tal Guardiola. Pep fue punto fijo desde 1991 en la estratégica posición del "4", el mediocampista central, el vértice retrasado del rombo en esa zona del campo. Desde ese lugar, mamó el "cruyffismo" y, con sus propias ideas, volcó todo ese conocimiento en la actual versión de Barcelona, encaminada en superar a la que vivió como futbolista. El Dream Team fue la primera semilla, la primera gran influencia en el cambio de estilo de la selección española, que hoy juega como el Barça de Pep con seis titulares surgidos de su fábrica. Con ese equipazo que ya está en la historia, Johan Cruyff se convirtió en un personaje especialísimo para este juego. Maradona, Pelé y Di Stéfano fijaron su propia época y son leyenda por lo que hicieron dentro de la cancha. Cruyff también tuvo su era como jugador pero, a diferencia de los otros próceres, extendió su legado al fútbol también desde la dirección técnica. Entre 1964 y 1984, hizo su contribución sobre el verde césped a pura gambeta en velocidad y, sobre todo, ese freno para hacer pasar de largo a los rivales: Ajax campeón de todo en los setentas, la Naranja Mecánica, Barcelona y su regreso al fútbol holandés para ganar títulos con Ajax y Feyenoord, donde se retiró a los 37 años con Liga y Copa. Hasta creó el penal indirecto: en lugar de patear, se la pasó a un compañero (Jesper Olsen), quien se la devolvió para hacer un gol divino. Está en YouTube.
Definitivamente, puso a su país en el mapa del fútbol. Sembró el tulipán de los Gullit, Van Basten, Rijkaard, Kluivert, Bergkamp, Sneijder y Robben. Junto a mis amigos Miguel Simón y Ruso Verea, y la ayuda del Flaco Menotti, nos dimos el lujo de hacerle un reportaje radial en Siga Siga , allá por el año 2000. Todos sus libros enseñan fútbol. Recomiendo "Ajax, Barcelona, Cruyff, el ABC del obstinado maestro". Su primera revolución, la del futbolista, nos lleva a Holanda. La segunda, la del entrenador, desemboca en España. Cuando se dio vuelta y le vi la cara, entendí todo. Johan Cruyff, el hombre del suéter celeste, tiene la final de Sudáfrica a su nombre y toda la razón.


Para terminar de homenajear a este maestro del fútbol, les regalo una perlita. Cruyff cantando, poco antes de llegar al Barcelona como jugador, un poco en holandés, con estribillo en castellano para el ingreso al mercado español. La voz de Johan allá en los inicios de los '70.

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