miércoles, 21 de julio de 2010

CRISTO DE LA QUEMA


(En este rincón, el personaje trascendente, su atmósfera, su mitología del castañazo y el infatilismo ejercido con abnegación, su vida y sus radiaciones en un poema de hace ya algunos años, aún inédito como texto para un libro, estrenado alguna vez en el programa de radio El Plomero del Titanic: este es un pequeño homenaje que le dediqué al gigante Oscar Natalio Ringo Bonavena)

Estratofonte suburbano, delfín de palangana;
pie plano en el cordón maquillado de humareda,
se fuma el toscano del ocaso sin misa ni mañana.

Doña Dominga amasó la kriptonita, nudillos de domingos con ravioles;
coloso de las boites tapizadas con karmas de jaguares,
carcajada infantil en osamenta tan gigante como las tentaciones.

Pectorales de empedrado, lunfardo, paraíso de maceta;
su barrio fue un puño que inmoló en la cresta del orgullo,
lengua de filo samuarai puesto a filosofar en camiseta.

Picardía de mancha venenosa, destino de Torino en la puerta;
tuvo a la gloria hincada de rodillas en un guiño de tormenta,
puso el pecho al sarcasmo ilustrado y le dio la espalda a la venganza con garganta de escopeta.

Ringo nuestro, sombra de quimera, alarido en la selva del salario,
Cristo ateo de las orejas arrepolladas,
escupió el asado con saliva de mentira, pistolero de corceles de juguete,
se dejó noquear en la jaula de los malos con guardia de Pilatos.

Voz chiquita, berretines de cantante, hedonista de latir en las revistas;
oso abrupto pasó ligero por el circo cruel de los romanos
y se almorzó de un mordiscón la vida sin importarle el peso en la balanza triunfalista.

Glamour con calzador, impostación de cagatintas con credenciales de tilingos;
mordió el anzuelo de ficción en eso de venderle una caricia a la corista
y conoció al genuino amor en la orgiástica ceremonia del domingo.

Villano de la boca para afuera, hidalgo emérito de la fantochada;
fue discípulo del gorrión que no se asoma a la cancel,
nadie sabe bien porqué se fue a timbear al TEG tras la frontera de la nada.

Titán del alma, mastodonte bonachón, héroe dibujado con tiza de un billar;
supo estrenar el sueño colectivo en un pocillo de café,
huérfano de capa y sin despegarse de la tierra creyó e hizo creer una manera de volar.

Ringo nuestro, patrono de la Quema, estampita sonriente y fanfarrona,
Cristo ateo de las orejas arrepolladas,
tuvo su cruz cargada de soberbia y soledades,
cayó vencido y la cuenta se hizo eterna pues jamás pudimos levantarnos de la lona.

2 comentarios:

  1. Daniel llegué a tu blog a traves de Twitter. Muy bueno todo, inteligente, sarcástico, emotivo, inteligente. Admirable.
    El texto de Ringo fue un golpe a la pera de la nostalgia. Un cross de derecha a la pasión por el deporte.
    Te felicito.
    Te dejo mi blog, donde también intento despuntar el vicio por la escritura.
    www.entintadigital.blogspot.com

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  2. Muchas gracias, Juan. Muy amable. Ahí sumé tu blog a las sugerencias. Está muy bueno.

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